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Una buena entrevista a Toquinho

Domingo 8 de enero de 2006
Toquinho apuesta por la buena música en los balnearios chilenos
“Jamás sería ministro de cultura”
Es considerado por los críticos del mundo como “el guitarrista bossa nova”. Anoche, sus acordes inauguraron la temporada veraniega en Viña del Mar. Ahora parte a Pucón, Puerto Varas y Coquimbo. El autor de “Aquarela” habla del robo y el “culo” de Vinicius de Moraes, de sus encuentros con Neruda, de la “saudade” de sus 40 años de carrera y de la “sucia política” en la que participa su contemporáneo Gilberto Gil.
Nación Domingo
Gabriela García


En los ’70, Toquinho y un grupo de músicos brasileños liderados por Vinicius de Moraes pasan a la posteridad grabando un LP que registra los conciertos que encendieron el recinto mítico de La Fusa, en Argentina. Nace así la generación de 'Los hijos de la bossa nova', compuesta por Maria Bethánia, Caetano Veloso, Gal Costa y Chico Buarque, entre otros, que retomaron lo que había empezado João Gilberto en los ’50.
Sin embargo, Antonio Pecci Filho (Toquinho) sabe que fue un robo el que finalmente lo hizo ganarse la confianza del poeta.
“¿Y este poema tan bello?", le pregunté una vez que fui a su casa en Bahía. Él me dijo que se llamaba 'Tarde em Itapuá’ y que se lo iba a dar a alguien muy importante para que lo musicalizara. Al día siguiente me llevé los versos sin que él se diera cuenta y me dediqué una semana entera a hacerle una canción bellísima. Luego, fue nuestro primer hit nacional. Cuando Vinicius la oyó me dijo: ‘Desde hoy tienes toda mi confianza’”.
Con sólo 23 años, Toquinho (nace en São Paulo en 1946) no sólo se convierte en su compositor oficial durante una década, sino que en el autor de más de 100 canciones que están en el ADN de la música popular brasileña.
Por estos días sopla las 40 velas de su trayectoria, entona “Las 30 canciones más reconocidas del bossa” -un tributo que le hizo a sus maestros- y lleva bajo el brazo su última placa: “Sólo tengo tiempo para ser feliz” (2003).

PEDAZOS DE HISTORIA
-¿Qué escucharemos durante el recorrido por las playas chilenas?
-Mi vida fragmentada en canciones. Aunque improviso mucho en los espectáculos y nunca tengo una estructura, la idea es que entre todos hagamos un boomerang musical y amoroso. Es la primera vez que hago esto, así que estoy muy contento. El público chileno siempre me ha parecido muy serio, de élite. Es un placer cantar frente a personas que saben escuchar atentos y que te entregan tanto cariño.
-Acabas de soplar las 40 velas de tu carrera. ¿Recuerdas los inicios con Vinicius en La Fusa?
-Sí, le tengo mucho afecto a esa fase, ya que fue el génesis de mi relación con la lengua hispánica y un fenómeno en Argentina. Ese disco me ha dado frutos bellísimos, está en todas las casas discográficas del mundo. Es una cosa eterna que me hace pensar que el disco 'Toquinho, Vinicius y María Creuza en La Fusa' todavía vive, sobre todo porque es el disco más editado de la música brasileña.
-De tu generación fuiste el único en trabajar codo a codo con el poeta…
-Sí, fui el único que se conectó con la generación pasada de una forma muy íntima. Es el caso del trabajo que hice con Vinicius, el año que trabajé con Tom Jobim. Fue un regalo que me dio la vida de manera natural. A pesar de que ahora hago mis propias canciones, es indudable que heredé toda esa elegancia musical de ellos.

GATO CALLEJERO
-Referente a tu relación con Vinicius, dijiste que tuviste un matrimonio sin sexo con el poeta durante esa época…
-(Risas). Es que era exactamente así. Él era una persona increíble, pero muy celoso de la “parcería”. Estábamos como casados, porque estábamos siempre juntos, trabajando y viajando. Yo no podía hacer canciones con Chico Buarque u otro artista porque él se quedaba muy mal. Una vez se enteró de que estábamos creando una canción con Chico y llegó con una frase para que la incluyéramos. Insistió mucho, sólo para estar en medio.
-Pero le compusiste una canción con Buarque…
-Sí, pero esa vez no le quedó otra que comerse los celos. Lo que pasó es que yo le había hecho una melodía sin palabras. Me pareció que era para Vinicius porque se asemejaba mucho al canto de un gato que se pierde en las calles oscuras de la noche y el poeta era un poco así. Llegué a su casa y le conté: Hey, hice una canción para ti. Él la escuchó cinco o seis veces y después me dijo con mucha simplicidad: “Mira, Toquinho, como no tiene palabras la melodía, ¿por qué no la regalas a todos los poetas brasileños para que me hagan un homenaje?”. A mí me pareció un poco exagerado, pero le di a Chico Buarque la canción y terminó haciéndole las palabras de una manera muy dulce. A Vinicius le gustó tanto que dijo: “Basta, no se la den a nadie más”. Y así nació 'Samba para Vinicius'. (Risas).
-Difícil el carácter de tu marido…
-Sí, era muy vanidoso pero a la vez muy divertido. Vivía de una forma tan natural e irresponsable que los cuentos nacían cotidianamente. Como el de su pantalón, que con la borrachera y la panza que escondía debajo de ellos, siempre se caía por tierra. Un día en medio del restaurante se cayó y salió todo el culito blanquito del poeta, lo gracioso es que todos lo aplaudieron mucho, a lo que él respondió: “El culo de un poeta nunca es sucio”. Fue una risotada colectiva.
-Pablo Neruda y Vinicius eran amigos. ¿Te tocó compartir con el poeta chileno alguna vez?
-Claro. Una vez le hicimos una canción a Neruda, que se llama 'Cotidiano Nº 2'. Ésta empieza con una frase: “Hay días que no sé lo que me pasa…”. Lo anecdótico fue cuando le mostramos la canción a Pablo y dijo: “Yo nunca he escrito ese verso”. Nosotros pensamos que estaba bromeando, así que llamamos a su mujer. Ella nos contó que era de un tango argentino. Fue una situación tan bochornosa que Neruda, viendo que Vinicius estaba muy mal, le dijo: “Mira, tengo una solución para eso. El verso que tú pusiste en la canción es tan bello que yo me olvidé de hacerlo. Así que es un homenaje de cualquier forma”.

HIJO DE LA BOSSA
-¿Por qué crees que la bossa nova siga siendo la banda sonora de tantas generaciones?
-La bossa nova no se ha terminado porque no es un género, es una atmósfera musical. La bossa es João Gilberto, que canta y armoniza de una forma especial. La guitarra antes de él era un instrumento de la bohemia, de la noche, pero Gilberto la lleva a las familias. La clase media la incorporó de esa manera. Luego, Vinicius bajó del pedestal al poeta y lo llevó a la canción. Fue un fenómeno tan grande en Brasil que actualmente todos los artistas hacemos inevitablemente un poco de ella. Podemos tocar una música chilena, argentina, paraguaya o italiana y parecer una bossa nova, porque es un comportamiento frente a la canción.
-Una atmósfera que tiene mucho de nostalgia, de “saudade”…
-Sí, como dice Chico, la música brasileña tiene una tristeza alegre o una alegría triste que la atraviesa. Esa melancolía deviene de la época de los esclavos. Vinicius decía que la tristeza es más creativa que la alegría, y puede ser. El brasileño tiene una forma muy especial de sacar la alegría afuera en los momentos más difíciles. Sabe que la vida es para profesionales, no para amateurs. La felicidad no existe, sino que usted aprende a ser feliz.
-Y lo has logrado, al parecer. Tu último disco se llama 'Sólo tengo tiempo para ser feliz'. ¿Para qué no tienes tiempo?
-No tengo tiempo para las personas aburridas, para las cosas que no me agradan, para mentiras; no tengo tiempo para perder. Tengo sólo tiempo para hacer lo que quiero y hacer las cosas que me dan placer y tener el privilegio de elegir; eso es.
-¿Tampoco hay tiempo para meterse con la política?
-No. Yo puedo validar la cosa política, pero no meterme con ella. La política es muy sucia y todos nosotros lo sabemos. No tiene cómo no serlo; Lula y todo ese asunto no tiene salida. Está arreglada y yo no quiero eso para mí. Basta leer y constatar cada año cómo son las cosas. Yo jamás sería un ministro de la cultura, jamás. Prefiero ser un espectador y participar desde la lejanía, cambiando desde mi lugar el escenario en Brasil o la parte en la que vivo, es la única manera de sobrevivir. LCD

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