Somos un pueblo que sigue mirándose el ombligo y repitiendo las mentiras de la historia, sin querer ver en nuestro interior y sacar fuera las calamidades que sin duda nos mantienen limitados. Manuel Martínez Opazo* El sistema nos ha enseñado a ser mentirosos. La sociedad nos hace hipócritas. Hace unos días viajaba al sur junto con un amigo, quien tenía el “pie pesado”, por lo que pasaba de los 140 kilómetros de velocidad. De repente, disminuyó la potencia. Le pregunté por qué y me respondió que habían carabineros adelante. La semana pasada, en una comida, escuché a una amiga decir a otra: “Mira la Cristina qué flaca y arrugada está, te has dado cuenta que se le vinieron los años encima”. Apenas Cristina se acercó, le dijeron al unísono: “Linda, qué regia te vez y ese peinado te viene súper bien”. Cada vez que salgo de mi oficina o me ausento unos días, mis colegas me descueran, pero apenas vuelvo, me llenan de palabras gratas, de un sinfín de preguntas y aseguran que me extrañaron. Un
Hasta que brille la luz de un nuevo día