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Brochazos cargados de historia


LA BRP SE REAGRUPA PARA CREAR MURALES CON TEMÁTICAS SOCIALES
Diseminados por todo Chile y algunos rincones del orbe se encuentran los artífices de la emblemática brigada. Pintaron para Neruda y Allende en las presidenciales, dibujaron con el maestro del surrealismo Roberto Matta, y hoy dos de sus fundadores apuestan por transmitir su legado a las nuevas generaciones. Arica, Copiapó, Tiltil, Valparaíso, Rancagua, Concepción y la capital ya han sido testigos de su renacer.

Erick Bellido
La Nación

Aunque muchos la creían extinta o disuelta, la Brigada Ramona Parra (BRP) está más activa que nunca. Actualmente se encuentran reclutando nuevos brigadistas dispuestos a tomarse las paredes -previa autorización de los propietarios- para dejar un testimonio gráfico cargado de simbolismos e iconografía estrechamente representativa de la herencia y pensar de la izquierda criolla.
Afincado en una casa-taller llena de maceteros, artesanías y dibujos de mediano y gran formato, vive en la comuna de Pedro Aguirre Cerda uno de los muralistas que trabajó haciendo pintura política para promover la candidatura a presidente de Pablo Neruda y también de Salvador Allende. Juan (56), más conocido como “Chin Chin” -porque vendía helados en las micros y le pagaban en efectivo- prefiere guardar su identidad en el anonimato.
“Gracias a la pintura compartí junto a Roberto Matta, José Balmes y Gracia Barrios. Tuve estrecho contacto con Gladys Marín y la familia Parra, fui apresado, perseguido, brutalmente golpeado en diversas ocasiones y no sólo por fuerzas represivas, sino también por gente de la extrema derecha como por la extrema izquierda. Por eso a mi ya nadie me viene con cuentos”, dice con una cierta carga emocional y agrega “aunque ahora estamos en democracia para plasmar nuestro arte y cultura, aún hay tipos que prefieren verme bajo tierra”.
El legado
Los trazos de la BRP presentan colores vivos y variedad de imágenes, donde nunca están ausentes la bandera de Chile y Cuba, el rostro del trabajador chileno, la paloma, el puño, el martillo, la estrella, Violeta Parra, Neruda, Salvador Allende y Víctor Jara.
Para muchos estos dibujos transmiten vitalidad y una fuerza que trasunta, a tal punto, que hay vecinos organizados en las poblaciones José María Caro, Villa Francia y La Legua, que defienden los murales para que no sean estropeados. Sin duda una dura lucha, considerando que desde los inicios de la brigada su expresión artística ha sido borrada, mutilada y censurada.
Boris (52), apodado el “Multilito”, es el socio y carnal de brochas de los primeros brigadistas y de los actuales miembros del Colectivo Ramona Parra. Él es de los que sostiene que “nada del trabajo político y muralista tendría sentido sino se plasma una filosofía conceptual sobre cada muro. Es clave refrescar la memoria popular de cuando en cuando, especialmente al minuto que se incorpora al grupo gente joven”.
Aunque Boris y “Chin Chin” reconocen que la BRP desde que nació operó a pulso, con el mínimo de recursos y con no más de cinco personas, ahora están conscientes que recuperan terreno perdido, pues vuelven a calar en el sentir de los jóvenes, pero a través de talleres donde enseñan a trazar y rellenar, además de realizar artesanías en madera que rescatan la esencia de sus referentes de base y que los ayuda a financiar su pasión por continuar haciendo experiencias de arte en distintos puntos del país.
“Niños, dueñas de casa y estudiantes están bien motivados en aprender la técnica muralista. En centros comunitarios vecinales, colegios, cárceles y en las universidades Arcis, Uniacc, Usach y la UMCE (ex Pedagógico) hemos realizado diversos trabajos. Toda esta actividad nos ayudó a renacer en estos dos últimos años”, dice Boris a La Nación.
Sin ir más lejos, para el Día de la Música (el domingo 20) crearon un gran mural móvil, pintaron otro en la casona que albergará en la calle República el nuevo museo Salvador Allende, y mañana pintarán un homenaje a los jóvenes en la Universidad Diego Portales, a partir de las 10 horas en uno de los patios del recinto, donde esperan convocar a una treintena de personas para pintar por la esperanza y la unidad.
Pero sus actividades no se focalizan sólo en Santiago. También viajan a regiones invitados con regularidad para capacitar a jóvenes y transmitir sus experiencias, les escriben cientos de e-mail a diario, los filman y emulan sus trabajos en Australia, Rusia, Francia, Alemania, Suecia, Estados Unidos, Cuba y Ecuador, estampando la firma BRP. Sin duda, un fenómeno de culto.
A puro ñeque
Tanto los rayados políticos hechos por la brigada como los murales creados por el Colectivo Ramona Parra, tienen por sello el ser creaciones elaboradas con aportes personales, sorteando mal tiempo a cuesta, pellejerías, presiones y sanciones para sacar adelante los trazos que iniciaron. Quizás no son grandes obras, pero el resultado satisface a grandes minorías. Es una verdadera tribu urbana que lucha por no desaparecer y perpetuar sus ideales gráficos en el tiempo.
Es obvio que salir a pintar paredes tiene sus bemoles, sobre todo cuando hay escasez de recursos económicos para comprar pinturas, rodillos y brochas.
La situación de los brigadistas diseminados por el país es verdaderamente precaria. De hecho, el grueso del grupo son gente cesante, otros tantos universitarios simpatizantes de la BRP y del Colectivo, que se apoya a ratos en el aporte caritativo de antiguos amigos como el “Mono” y el “Beto”, los que aportan de vez en cuando con un par de tarros de colores para mantener activa la dinámica de trabajo.
Recapitular el pasado
Durante una marcha en la Plaza Bulnes, el 28 de enero de 1946, la militante del PC Ramona Parra muere baleada en medio de una manifestación en apoyo a los mineros del salitre. Casi veintitrés años después, en el marco del sexto congreso de las Juventudes Comunistas (JJCC), se aprueba la creación de las brigadas de propaganda Ramona Parra.
Así, desde 1969 a la fecha, pequeños pelotones de artistas aficionados salieron a las calles a rayar al ancho de la brocha consignas políticas, con el fin de estampar mensajes que repasan sus ideales.
Durante 1972 y 1973, fueron estigmatizados socialmente por diversos partidos políticos recuerda el “mono” González. “Fuimos tildados de extremistas y violentistas, montaron una campaña del terror, incluso decían que salíamos armados a pintar, cuando nuestras únicas armas eran las brochas y los tarros de pintura”.
Boris reconoce que siempre evitaron el enfrentamiento. “A veces no alcanzábamos a pintar si quiera y nos tomaban detenidos. Nos entregábamos pacíficamente. Desde que la BRP existe a la fecha fue durante el gobierno de Salvador Allende que más veces caímos presos”.
“Entre la década del 70 y 80 se pintó a pura tierra de color. En cosa de tres minutos se escribía el mensaje en muros de 8 a 14 metros de largo. En una noche llegábamos a pintar un equipo de cinco personas hasta 30 muros en distintas comunas. Era una locura, noches furtivas de pura adrenalina y persecuciones, donde la muerte la vivimos muy cerca”, recuerda Boris.
Odiados e intensamente buscados, sino estaban escapando de la policía, debían huir del hostigamiento de Patria y Libertad.
Durante la campaña del Si y del No en 1988 (que decidió la salida de Pinochet), la BRP volvió a las calles para consolidar la iconografía que finalmente marco el primer paso hacia el retorno de la democracia. Luego vino una etapa de letargo, en que varios de sus integrantes abandonaron el país para reagruparse el inicio del nuevo siglo.
Aunque formalmente no los financia nadie (ni siquiera el PC) y los aportes en materiales son escasos, hombres, mujeres y niños continúan difundiendo su arte contestatario a puro corazón y con muchas voluntades, todo lo cual genera en los miembros del colectivo una verdadera mística que los une bajo un lema común: pintar hasta que duela.

José Balmes aplica los últimos retoques a una tela creada por la BRP que será exhibida en las nuevas dependencias del Museo Salvador Allende a partir del 2006

Mural gigante realizado por el Colectivo Ramona Parra en las afueras del Estadio Víctor Jara.

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