
¡Viva Chile, mierda!
Radicado en Estados Unidos hace más de medio siglo, el escritor falleció el pasado sábado, a los 87 años, de una dolencia renal. Amigo de Neruda, De Rokha, Manuel Rojas y Roberto Matta, será sepultado el 5 de noviembre en Palo Alto, California. Aquí, reeditamos parte de una columna escrita por su amigo Poli Délano, sobre un documental de su vida, y que le da título al texto. Además, Jaime Valdivieso recuerda al autor de “Caballo de copas”.
Poli Délano*
Radicado en Estados Unidos hace más de medio siglo, el escritor falleció el pasado sábado, a los 87 años, de una dolencia renal. Amigo de Neruda, De Rokha, Manuel Rojas y Roberto Matta, será sepultado el 5 de noviembre en Palo Alto, California. Aquí, reeditamos parte de una columna escrita por su amigo Poli Délano, sobre un documental de su vida, y que le da título al texto. Además, Jaime Valdivieso recuerda al autor de “Caballo de copas”.
Poli Délano*
Hace poco vi una cinta documental que trata de la vida y la obra de nuestro escritor Fernando Alegría, uno de los más destacados novelistas nacionales de buena parte del siglo XX, representante de la Generación del 38 que, forjada bajo la amenaza mundial que en esos años significaba el nazi-fascismo, optó por hacer una literatura de fuerte protesta social que reflejara los movimientos de las clases explotadas por mejorar sus condiciones de vida. Una generación que -en palabras del propio Alegría- “asume caracteres de obsesión por dar categoría literaria a las luchas de emancipación política y económica de las clases trabajadoras”.
En honor al poema más conocido de este novelista que también incursionó en el verso, Marcia Campos, una de las realizadoras de la película, decidió titularla '¡Viva Chile, mierda!'. A lo largo de la cinta, ese poema va siendo recitado por diversos personajes, uno para cada estrofa.
En honor al poema más conocido de este novelista que también incursionó en el verso, Marcia Campos, una de las realizadoras de la película, decidió titularla '¡Viva Chile, mierda!'. A lo largo de la cinta, ese poema va siendo recitado por diversos personajes, uno para cada estrofa.
PANTALONES CORTOS
Fernando Alegría se inició bastante temprano en las letras. Dicen que cuando llevó a una editorial los originales de su ópera prima -“El árbol rojo”, biografía novelada de Luis Emilio Recabarren-, iba con pantalones cortos. Y, aunque a partir de su juventud tuvo que alternar sus horas de trabajo entre la creación y la actividad académica, se las arregló muy bien para convertirse en un escritor de tiempo completo que entró con pasión a la novela, el cuento, la poesía y el ensayo literario. Escribió novelas históricas como 'Lautaro, joven libertador de Arauco'; otras sobre la marca social de su propia generación, como 'Mañana los guerreros'; o el golpe militar en Chile, en 'El paso de los gansos', quizás la primera obra que atacó ese tema, y 'Sonata de otoño'. Se relajó además, con risa y dolor, mostrando a los inmigrantes latinos en California, en 'Caballo de copas'.
Creo que si me preguntaran cuál de las obras de Alegría me gusta más, diría que es ésta última, la encantadora y sentimental historia de un grupo de jóvenes latinos que luchan por sobrevivir en la ciudad de San Francisco. Haciendo alcancía de mil formas, logran comprarse un caballo de carreras de nacionalidad chilena al que bautizan como González.
El documental abarca la vida de Fernando Alegría desde que su familia llega a Santiago y se instala en una calle modesta del barrio Independencia, hasta el presente, como docente Jubilado de la Universidad de Stanford. Para ir trazando su retrato, hablan sus dos hijas, un escritor de su misma generación, Volodia (Teitelboim), dos o tres de sus colegas docentes universitarios de Berkeley y Stanford, y algunos amigos, como el poeta beatnik Lawrence Ferlinghetti, Kemmy Oyarzún y el autor de esta columna.
Soy amigo de Fernando desde hace varias décadas. Nos encontramos muchas veces en Chile cuando él venía a pasar sus vacaciones o algún año sabático. Y también nos vimos en distintas partes del mundo (México, La Habana, Estados Unidos, Alemania) y siempre formamos grupo juntos. Admiro, además de su obra, la calidez de su persona, la inteligencia, el humor, la picardía de un hombre que se mantiene niño.
Es consenso en el medio literario que el autor de 'Una especie de memoria' merece el Premio Nacional de Literatura desde hace por lo menos cuatro décadas. Ya es tiempo. Ojalá que no caiga en la lista de tantos que fueron privados del galardón debido a las irregularidades en que se incurrió durante el régimen militar. Debido a la enfermedad que lo mantiene alejado de las actividades mundanas, Alegría tal vez no vuelva a visitarnos. El premio se le puede llevar.
Fernando Alegría se inició bastante temprano en las letras. Dicen que cuando llevó a una editorial los originales de su ópera prima -“El árbol rojo”, biografía novelada de Luis Emilio Recabarren-, iba con pantalones cortos. Y, aunque a partir de su juventud tuvo que alternar sus horas de trabajo entre la creación y la actividad académica, se las arregló muy bien para convertirse en un escritor de tiempo completo que entró con pasión a la novela, el cuento, la poesía y el ensayo literario. Escribió novelas históricas como 'Lautaro, joven libertador de Arauco'; otras sobre la marca social de su propia generación, como 'Mañana los guerreros'; o el golpe militar en Chile, en 'El paso de los gansos', quizás la primera obra que atacó ese tema, y 'Sonata de otoño'. Se relajó además, con risa y dolor, mostrando a los inmigrantes latinos en California, en 'Caballo de copas'.
Creo que si me preguntaran cuál de las obras de Alegría me gusta más, diría que es ésta última, la encantadora y sentimental historia de un grupo de jóvenes latinos que luchan por sobrevivir en la ciudad de San Francisco. Haciendo alcancía de mil formas, logran comprarse un caballo de carreras de nacionalidad chilena al que bautizan como González.
El documental abarca la vida de Fernando Alegría desde que su familia llega a Santiago y se instala en una calle modesta del barrio Independencia, hasta el presente, como docente Jubilado de la Universidad de Stanford. Para ir trazando su retrato, hablan sus dos hijas, un escritor de su misma generación, Volodia (Teitelboim), dos o tres de sus colegas docentes universitarios de Berkeley y Stanford, y algunos amigos, como el poeta beatnik Lawrence Ferlinghetti, Kemmy Oyarzún y el autor de esta columna.
Soy amigo de Fernando desde hace varias décadas. Nos encontramos muchas veces en Chile cuando él venía a pasar sus vacaciones o algún año sabático. Y también nos vimos en distintas partes del mundo (México, La Habana, Estados Unidos, Alemania) y siempre formamos grupo juntos. Admiro, además de su obra, la calidez de su persona, la inteligencia, el humor, la picardía de un hombre que se mantiene niño.
Es consenso en el medio literario que el autor de 'Una especie de memoria' merece el Premio Nacional de Literatura desde hace por lo menos cuatro décadas. Ya es tiempo. Ojalá que no caiga en la lista de tantos que fueron privados del galardón debido a las irregularidades en que se incurrió durante el régimen militar. Debido a la enfermedad que lo mantiene alejado de las actividades mundanas, Alegría tal vez no vuelva a visitarnos. El premio se le puede llevar.
JAIME VALDIVIESO: “TENÍA UN ALMA DE PÍCARO”
“Lo conocí cuando publiqué mi primer libro ‘El muchacho’. Él me hizo una muy buena crítica. Estuvimos juntos en el último congreso que organizó Gonzalo Rojas en Concepción. Además estaban Alejo Carpentier, Mario Benedetti, Augusto Roa Bastos, entre otros. Luego, compartimos en Estados Unidos, participamos juntos a un congreso en Carolina del Norte. Estuve en el último taller de escritores de Concepción, que él organizó, y duró cuatro años. Estaban Efraín Barquero y Raúl Ruiz, y otros. Alegría era un tipo con alma de pícaro, y a la vez de un espíritu muy representativo del chileno. Bueno para la comida y la cerveza. Después se ganó el Premio Municipal con ‘Caballo de copas’, desplazando a José Donoso y su libro ‘Coronación’. De repente nos peleábamos. Fue un muy buen crítico, pero no teórico estructuralista, tenía olfato y buena pluma. Muy amigo de Manuel Rojas; fue ‘el’ crítico de la generación del 50” (el escritor Jaime Valdivieso publicará dentro de tres semanas, por ediciones Lom, el libro 'El ocaso de las buganvillas').
“Lo conocí cuando publiqué mi primer libro ‘El muchacho’. Él me hizo una muy buena crítica. Estuvimos juntos en el último congreso que organizó Gonzalo Rojas en Concepción. Además estaban Alejo Carpentier, Mario Benedetti, Augusto Roa Bastos, entre otros. Luego, compartimos en Estados Unidos, participamos juntos a un congreso en Carolina del Norte. Estuve en el último taller de escritores de Concepción, que él organizó, y duró cuatro años. Estaban Efraín Barquero y Raúl Ruiz, y otros. Alegría era un tipo con alma de pícaro, y a la vez de un espíritu muy representativo del chileno. Bueno para la comida y la cerveza. Después se ganó el Premio Municipal con ‘Caballo de copas’, desplazando a José Donoso y su libro ‘Coronación’. De repente nos peleábamos. Fue un muy buen crítico, pero no teórico estructuralista, tenía olfato y buena pluma. Muy amigo de Manuel Rojas; fue ‘el’ crítico de la generación del 50” (el escritor Jaime Valdivieso publicará dentro de tres semanas, por ediciones Lom, el libro 'El ocaso de las buganvillas').
* Artículo publicado en el diario 'La Nación' de Santiago de Chile, el jueves 2 de noviembre de 2005.
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