
Miembros "de la clase 1954" se sienten discriminados y estigmatizados
por Carlos Paredes N.foto de Aldo Reyes M.
Eran jóvenes -muchos de ellos medio hippies- de la generación de los años 1953 y 1954 que, cumpliendo con la ley, habían sido llamados al Servicio Militar Obligatorio a comienzos de 1973.
Hoy son hombres que guardan en sus corazones el dolor de haber sido participantes involuntarios e inocentes en un golpe de estado, con todas las secuelas de un acontecimiento terrible que marcó sus vidas. Por eso se sienten que viven en una tierra de nadie, inhóspita, fría, llena de recelos e incomprensiones.
"Nuestra situación fue muy especial, cargando en nuestros hombros una vergüenza y culpabilidad en la cual no participamos", señalan los ex conscriptos. "Éramos jóvenes estudiantes, deportistas, políticos y pacifistas cambiando todas nuestras ideas por una vida militar obligatoria de la cual un alto porcentaje no compartíamos", señalan los dirigentes.
En una carta enviada al Presidente de la República, Ricardo Lagos, hacen una reseña de lo que fue su vida, a partir de ese día. "En septiembre del 1973 específicamente el día 10 de septiembre nos tocó participar en el golpe de estado y fuimos trasladados a Santiago cumpliendo servicios en varias reparticiones (Regimiento Tacna, Regimiento Buin, Estadio Nacional, Chile, puentes, patrullas móviles y peligrosas poblaciones de Santiago)".
Agrega, "fuimos la verdadera carne de cañón siendo nuestra participación como pantalla o cortina para encubrir acciones oscuras de las cuales nunca nos percatamos ni participamos cumpliendo guardias periféricas y poniendo la cara para que los servicio secretos cometieran todo tipo de tropelías y violaciones a los derechos humanos".
Añaden que su situación estuvo siempre marcada por la incomprensión: "Siempre se nos consideró como civiles o paisanos en los cuales no debían considerarnos fiables de participar o ver situaciones comprometedoras, además de que muchos de nosotros contábamos con familiares presos o muertos por tendencias políticas".
"Nunca fuimos considerados por el Ejército por nuestra condición de civil, ni tampoco confiable para los civiles sabiendo que vestimos el uniforme. Siempre nos consideramos exiliados en nuestra patria. El dolor más grande es que por más de treinta años guardamos silencio por temor o vergüenza".
Durante dos años y medio, los conscriptos de la clase 1954 debieron cumplir con su Servicio Militar Obligatorio.
Hoy son hombres que guardan en sus corazones el dolor de haber sido participantes involuntarios e inocentes en un golpe de estado, con todas las secuelas de un acontecimiento terrible que marcó sus vidas. Por eso se sienten que viven en una tierra de nadie, inhóspita, fría, llena de recelos e incomprensiones.
"Nuestra situación fue muy especial, cargando en nuestros hombros una vergüenza y culpabilidad en la cual no participamos", señalan los ex conscriptos. "Éramos jóvenes estudiantes, deportistas, políticos y pacifistas cambiando todas nuestras ideas por una vida militar obligatoria de la cual un alto porcentaje no compartíamos", señalan los dirigentes.
En una carta enviada al Presidente de la República, Ricardo Lagos, hacen una reseña de lo que fue su vida, a partir de ese día. "En septiembre del 1973 específicamente el día 10 de septiembre nos tocó participar en el golpe de estado y fuimos trasladados a Santiago cumpliendo servicios en varias reparticiones (Regimiento Tacna, Regimiento Buin, Estadio Nacional, Chile, puentes, patrullas móviles y peligrosas poblaciones de Santiago)".
Agrega, "fuimos la verdadera carne de cañón siendo nuestra participación como pantalla o cortina para encubrir acciones oscuras de las cuales nunca nos percatamos ni participamos cumpliendo guardias periféricas y poniendo la cara para que los servicio secretos cometieran todo tipo de tropelías y violaciones a los derechos humanos".
Añaden que su situación estuvo siempre marcada por la incomprensión: "Siempre se nos consideró como civiles o paisanos en los cuales no debían considerarnos fiables de participar o ver situaciones comprometedoras, además de que muchos de nosotros contábamos con familiares presos o muertos por tendencias políticas".
"Nunca fuimos considerados por el Ejército por nuestra condición de civil, ni tampoco confiable para los civiles sabiendo que vestimos el uniforme. Siempre nos consideramos exiliados en nuestra patria. El dolor más grande es que por más de treinta años guardamos silencio por temor o vergüenza".
Durante dos años y medio, los conscriptos de la clase 1954 debieron cumplir con su Servicio Militar Obligatorio.
"NO CONFRONTACIONAL"
"Nuestra posición no es confrontacional ni con el Gobierno ni con el Ejército", señala Nicolás Serraino, uno de los dirigentes de la agrupación "Sociedad S.M.O. Clase 1954", al comentar que están pidiendo una compensación reparatoria.
Son más de un millar los integrantes de la organización que recién se está conformando, la mayoría de ellos hicieron el servicio militar en el Maipo, en el Yungay, y en otros regimientos.
"Nosotros salimos perjudicados, porque después de dos años y medio, cuando salimos del Ejército, nos costó integrarnos a la sociedad, muchos estábamos estudiando o trabajando. Después de ese tiempo, ninguno pudo seguir con sus estudios o mantuvo la pega".
"Nuestra posición no es confrontacional ni con el Gobierno ni con el Ejército", señala Nicolás Serraino, uno de los dirigentes de la agrupación "Sociedad S.M.O. Clase 1954", al comentar que están pidiendo una compensación reparatoria.
Son más de un millar los integrantes de la organización que recién se está conformando, la mayoría de ellos hicieron el servicio militar en el Maipo, en el Yungay, y en otros regimientos.
"Nosotros salimos perjudicados, porque después de dos años y medio, cuando salimos del Ejército, nos costó integrarnos a la sociedad, muchos estábamos estudiando o trabajando. Después de ese tiempo, ninguno pudo seguir con sus estudios o mantuvo la pega".
ESTIGMATIZADOS
¿Por qué ahora se dan a conocer? Porque en un 80% son cesantes y sobreviven con pololitos y trabajos ocasionales.
"Cuando alguien de nosotros tenía un trabajo estable, no podía declarar nada porque al momento de salir una publicación salía del trabajo, además, hubo amenazas y a veces a nuestros hijos le preguntaban 'a cuantos mató tu papá', era un clima insostenible", comenta. "Nosotros salimos estigmatizados por el hecho de haber vestido el uniforme y salimos discriminados por el hecho que al solicitar un trabajo nuestro valer militar nos perjudicaba, no por haber estado en el Ejército, simplemente porque los patrones decían: no quiero ni uniformados ni gente que haya estado presa, para evitar problemas".
¿Por qué ahora se dan a conocer? Porque en un 80% son cesantes y sobreviven con pololitos y trabajos ocasionales.
"Cuando alguien de nosotros tenía un trabajo estable, no podía declarar nada porque al momento de salir una publicación salía del trabajo, además, hubo amenazas y a veces a nuestros hijos le preguntaban 'a cuantos mató tu papá', era un clima insostenible", comenta. "Nosotros salimos estigmatizados por el hecho de haber vestido el uniforme y salimos discriminados por el hecho que al solicitar un trabajo nuestro valer militar nos perjudicaba, no por haber estado en el Ejército, simplemente porque los patrones decían: no quiero ni uniformados ni gente que haya estado presa, para evitar problemas".

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