Jueves 5 de enero de 2006
"Mi teatro es político y qué”
"Mi teatro es político y qué”
Hijo de una detenida desaparecida, estuvo en un campo de concentración por ayudar a un amigo y fue uno de los chilenos “invitados” a vivir en exilio. Francia lo acogió a él y su teatro, pero “El Cuervo” siguió haciendo patria en las tablas.
La Nación
Valeria Segovia
La Nación
Valeria Segovia
Apenas se sienta para iniciar esta entrevista y ya está hablando de las obras que presentará en el Centro de Arte Alameda. Deja claro que no quiere comentar sobre su rol de hijo de detenida desaparecida, que ahora el protagonista es el teatro y nada más que el teatro.
-¿Qué montajes son los que vas a presentar en Chile?
-Son dos obras que estaba estrenando en París, pero acá las estoy trabajando con actores chilenos: Gaby Olguín y Leonardo Álvarez, que participaron en El Aleph en Francia y retornaron hace años.
-¿Cuál es la gran diferencia entre el teatro que se hacía antes que viajaras al exilio y el que se hace hoy?
-Antes, nosotros los artistas, éramos mucho más comprometidos con la política. El Aleph nació en los años en que Allende se presentaba para Presidente y el teatro, en cada presentación, hacía un acto político. Ahora yo quiero volver a lo mismo. En distintos medios se me ha acusado de ser político, como si eso fuera malo. Pero yo creo que no se puede hacer arte sin involucrarse, sobre todo en la dramaturgia, que es un reflejo de las experiencias y del ambiente donde nos movemos.
-“¿Y la democracia qué?” es la obra que estrenas este viernes. Hablemos un poco de ella.
-Es la historia de dos vagos que deciden jugar al juego del rey y el vasallo. Durante una semana ocuparían uno de los roles y a la siguiente trocarían. Pero cuando toca el turno del sirviente pasar a rey, éste inventa estar en guerra para no ceder el poder. La historia continúa eligiendo presidente, que resulta ser el antiguo rey, pero finalmente se convierte en dictador. Es, claramente, un acto político. Y para imprimirle más valor, invité a un montón de amigos -músicos y poetas, entre otros- para que complementen con sus actos el mío.
-¿Cuál es tu intención con esta obra?
- Más que convencer, aunque está presente el poder absoluto, ese que representa a la derecha, la idea es darnos fuerza para continuar la lucha. Porque mucha gente que votará por Michelle se olvida que la pelea no termina el 15 de enero, sino que recién comienza.
-¿La otra pieza que estrenas es igual de política?
-No, es la reunión de todos mis otros trabajos. En un momento me di cuenta de que todas las obras que he escrito, que son más de 200, tienen una parte de mi vida; algo medio autobiográfico. Y si juntamos todas esas historias se puede ver el recorrido de mi vida. Así que cree un monólogo sobre mi vida en el teatro, que se junta con mi vida a secas. Es muy hermoso. Se trata del viaje, desde la salida de mi pueblo, hasta el retorno donde nací, para agradecer y retornar con los míos.
-Este monólogo, “¡Por mi amor al teatro!”, ¿Lo mostraste en París?
-Sí, y lo dirigió mi hija. Fue una experiencia muy hermosa.
-¿Hay un sentimiento especial cuando estrenas las obras en Chile?
- Por supuesto. Aunque yo me tuve que ir hace muchos años, nunca olvidé de dónde venía y el teatro que hago es muy chileno. Por ahora siento que vivo en París, pero paso mucho tiempo en Chile, aunque pretendo que en poco tiempo sea al revés. Porque a este país hay que volver, sobre todo ahora que habrá un presidente mujer.
-¿Qué montajes son los que vas a presentar en Chile?
-Son dos obras que estaba estrenando en París, pero acá las estoy trabajando con actores chilenos: Gaby Olguín y Leonardo Álvarez, que participaron en El Aleph en Francia y retornaron hace años.
-¿Cuál es la gran diferencia entre el teatro que se hacía antes que viajaras al exilio y el que se hace hoy?
-Antes, nosotros los artistas, éramos mucho más comprometidos con la política. El Aleph nació en los años en que Allende se presentaba para Presidente y el teatro, en cada presentación, hacía un acto político. Ahora yo quiero volver a lo mismo. En distintos medios se me ha acusado de ser político, como si eso fuera malo. Pero yo creo que no se puede hacer arte sin involucrarse, sobre todo en la dramaturgia, que es un reflejo de las experiencias y del ambiente donde nos movemos.
-“¿Y la democracia qué?” es la obra que estrenas este viernes. Hablemos un poco de ella.
-Es la historia de dos vagos que deciden jugar al juego del rey y el vasallo. Durante una semana ocuparían uno de los roles y a la siguiente trocarían. Pero cuando toca el turno del sirviente pasar a rey, éste inventa estar en guerra para no ceder el poder. La historia continúa eligiendo presidente, que resulta ser el antiguo rey, pero finalmente se convierte en dictador. Es, claramente, un acto político. Y para imprimirle más valor, invité a un montón de amigos -músicos y poetas, entre otros- para que complementen con sus actos el mío.
-¿Cuál es tu intención con esta obra?
- Más que convencer, aunque está presente el poder absoluto, ese que representa a la derecha, la idea es darnos fuerza para continuar la lucha. Porque mucha gente que votará por Michelle se olvida que la pelea no termina el 15 de enero, sino que recién comienza.
-¿La otra pieza que estrenas es igual de política?
-No, es la reunión de todos mis otros trabajos. En un momento me di cuenta de que todas las obras que he escrito, que son más de 200, tienen una parte de mi vida; algo medio autobiográfico. Y si juntamos todas esas historias se puede ver el recorrido de mi vida. Así que cree un monólogo sobre mi vida en el teatro, que se junta con mi vida a secas. Es muy hermoso. Se trata del viaje, desde la salida de mi pueblo, hasta el retorno donde nací, para agradecer y retornar con los míos.
-Este monólogo, “¡Por mi amor al teatro!”, ¿Lo mostraste en París?
-Sí, y lo dirigió mi hija. Fue una experiencia muy hermosa.
-¿Hay un sentimiento especial cuando estrenas las obras en Chile?
- Por supuesto. Aunque yo me tuve que ir hace muchos años, nunca olvidé de dónde venía y el teatro que hago es muy chileno. Por ahora siento que vivo en París, pero paso mucho tiempo en Chile, aunque pretendo que en poco tiempo sea al revés. Porque a este país hay que volver, sobre todo ahora que habrá un presidente mujer.
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