
Los hijos de ladrón
Lucharon contra la dictadura. Se unieron por los ideales anárquicos y literarios que los llevó a formar un lugar donde las ideas son su metralla y su hogar. Son bohemios, ultraorganizados, no tienen auspicio de nadie, pero son una alternativa académica para las personas comunes y corrientes. Acá, la historia de tres amigos que encontraron su identidad a través del autor de “Lanchas en la bahía”.
Lucharon contra la dictadura. Se unieron por los ideales anárquicos y literarios que los llevó a formar un lugar donde las ideas son su metralla y su hogar. Son bohemios, ultraorganizados, no tienen auspicio de nadie, pero son una alternativa académica para las personas comunes y corrientes. Acá, la historia de tres amigos que encontraron su identidad a través del autor de “Lanchas en la bahía”.
La Nación
Paulina Arancibia C-M
Paulina Arancibia C-M
Década del noventa. Los militares dejaron de gobernar gracias al poder popular. Javier Basualto (33), Jacinto Bustos (34) y Patricio Jeria (32), tres amigos cuya relación se basa en la admiración hacia el escritor de espíritu anarquista, Manuel Rojas, recargan energías para rescatar la imagen de su héroe literario. Se organizan, mueven a los jóvenes que andan pateando piedras, con la finalidad de formar el Centro Cultural del autor de 'Hijo de ladrón'.
En el 2001 -a los 105 años el nacimiento de Rojas-, se lanzó la idea de concretar el Centro. La agrupación se atrincheró en una antigua casona del Barrio Brasil (García Reyes 243). Allí hacen reuniones y planean los métodos para inyectar “movimiento” a los chilenos aletargados por el modelo social instalado por la dictadura. Los tres amigos realizan actividades alternativas a las entregadas por entidades formales, como las fundaciones de renombre, incluso crearon una academia donde las clases serían prácticamente gratuitas.
Sin embargo, para lograr conformar el Centro Cultural Manuel Rojas como lo es ahora, pasó mucha tinta y sudor bajo el puente. En la primera mitad de los ’90, la tripleta había perdido identidad, ya no había dictadores por derrocar, ni partidos representantes del pueblo. Por esos días, su ícono era Sid Vicius, bajista del grupo Sex Pistols.
En el 2001 -a los 105 años el nacimiento de Rojas-, se lanzó la idea de concretar el Centro. La agrupación se atrincheró en una antigua casona del Barrio Brasil (García Reyes 243). Allí hacen reuniones y planean los métodos para inyectar “movimiento” a los chilenos aletargados por el modelo social instalado por la dictadura. Los tres amigos realizan actividades alternativas a las entregadas por entidades formales, como las fundaciones de renombre, incluso crearon una academia donde las clases serían prácticamente gratuitas.
Sin embargo, para lograr conformar el Centro Cultural Manuel Rojas como lo es ahora, pasó mucha tinta y sudor bajo el puente. En la primera mitad de los ’90, la tripleta había perdido identidad, ya no había dictadores por derrocar, ni partidos representantes del pueblo. Por esos días, su ícono era Sid Vicius, bajista del grupo Sex Pistols.
ACCIÓN POPULAR
Patricio Jeria, licenciado en filosofía clásica, es el más silencioso de los tres. Viene de la corriente punk y nunca le han gustado las jerarquías establecidas por el conocimiento. Vive junto a Jacinto en la casona de García Reyes y su principal motivación para concretar este centro cultural, fue la inactividad general: “No había nada, estaban los comunistas con sus discursos huevones, sus peñas folclóricas, pero nosotros no nos sentíamos identificados con eso”.
Para el grupo de jóvenes, la idea no es explotar la imagen de Manuel Rojas. No quieren convertir al autor en un fetiche. No veneran sus calzoncillos ni tampoco tienen enmarcado algún otro objeto personal del escritor. Los chicos sólo quieren incidir en el plano cultural y político, pero desde una posición autónoma, basada en la autogestión. “No tenemos auspicio de nadie, todo lo hacemos entre nosotros. Hemos postulado a Fondart y Fondos del Libro, pero nunca hemos ganado un proyecto de ese tipo”, dice Bustos, periodista y licenciado en Historia.
La literatura de Manuel Rojas no es sólo descripción de marginalidad, también hay crítica y puntos de vista muy políticos. Para los tres, el autor de 'Punta de rieles' representa un movimiento anarquista, concepto que antes de su adolescencia nunca habían oído. 'O sea, escuchabas la palabra anarquía, solamente relacionada con desorden. Entonces ahí te das cuenta que en la historia hay todo un movimiento de gente que, por un lado es educada y que está muy comprometida con el cuento de lo social. Y que también tienen el rollo de autoeducación. Manuel Rojas fue al colegio hasta tercero básico, después se vino caminando por la cordillera, desde Argentina. Pero hoy, un niño sin educación, lo más probable es que sea delincuente', expresa Jacinto.
El año 2002, formaron la Academia Popular Manuel Rojas, proyecto realizado en cuatro oportunidades y que será retomado el presente año. La idea inicial era formar una universidad popular donde, siguiendo la premisa de autogestión, dictan sus propias clases: de economía, filosofía, historia de movimientos sociales y juveniles. A las clases asistía gente de todos los estratos sociales, pero lamentablemente el proyecto no perduró porque la gratuidad hacía que los alumnos no las tomaran en serio.
Patricio Jeria, licenciado en filosofía clásica, es el más silencioso de los tres. Viene de la corriente punk y nunca le han gustado las jerarquías establecidas por el conocimiento. Vive junto a Jacinto en la casona de García Reyes y su principal motivación para concretar este centro cultural, fue la inactividad general: “No había nada, estaban los comunistas con sus discursos huevones, sus peñas folclóricas, pero nosotros no nos sentíamos identificados con eso”.
Para el grupo de jóvenes, la idea no es explotar la imagen de Manuel Rojas. No quieren convertir al autor en un fetiche. No veneran sus calzoncillos ni tampoco tienen enmarcado algún otro objeto personal del escritor. Los chicos sólo quieren incidir en el plano cultural y político, pero desde una posición autónoma, basada en la autogestión. “No tenemos auspicio de nadie, todo lo hacemos entre nosotros. Hemos postulado a Fondart y Fondos del Libro, pero nunca hemos ganado un proyecto de ese tipo”, dice Bustos, periodista y licenciado en Historia.
La literatura de Manuel Rojas no es sólo descripción de marginalidad, también hay crítica y puntos de vista muy políticos. Para los tres, el autor de 'Punta de rieles' representa un movimiento anarquista, concepto que antes de su adolescencia nunca habían oído. 'O sea, escuchabas la palabra anarquía, solamente relacionada con desorden. Entonces ahí te das cuenta que en la historia hay todo un movimiento de gente que, por un lado es educada y que está muy comprometida con el cuento de lo social. Y que también tienen el rollo de autoeducación. Manuel Rojas fue al colegio hasta tercero básico, después se vino caminando por la cordillera, desde Argentina. Pero hoy, un niño sin educación, lo más probable es que sea delincuente', expresa Jacinto.
El año 2002, formaron la Academia Popular Manuel Rojas, proyecto realizado en cuatro oportunidades y que será retomado el presente año. La idea inicial era formar una universidad popular donde, siguiendo la premisa de autogestión, dictan sus propias clases: de economía, filosofía, historia de movimientos sociales y juveniles. A las clases asistía gente de todos los estratos sociales, pero lamentablemente el proyecto no perduró porque la gratuidad hacía que los alumnos no las tomaran en serio.
PEÑAS 2.0
Este año pretenden reformarla “en el fondo es expandir el conocimiento que está vedado. Porque hay historias que no te pasan. Como la historia del movimiento popular o en filosofía te pasan una visión súper clásica, como lo que te entregan en el colegio”, señala Basualto, licenciado en filosofía, agregando que lo importante es dar a las clases un enfoque propio.
Para Jacinto, la academia es un tremendo proyecto “tomando como ejemplo las historias de Manuel Rojas, que se dan en torno al movimiento anarquista, no de grandes pensadores sino que personas comunes y corrientes, en general autoeducados”.
Patricio se empapó de las palabras de su autor preferido: “Tengo el rollo que tenía él de andar a pata por Chile. Un tipo que se viene caminando de Argentina y que tiene ese cuento anarco de que no existen fronteras ni pasaportes y solidaridad con la humanidad. Eso me motiva a trabajar en esa línea”.
A los hijos de ladrón les cuesta 300 mil pesos el arriendo de la casa. Actualmente, subarriendan piezas a turistas, hacen fiestas, lecturas de poesía donde se venden cervezas, vino y algo de comida. Todo lo hacen ellos. “Si tenemos que construir un piso, si tenemos que poner un techo lo arreglamos nosotros. Porque leyendo a Manuel Rojas, te das cuenta que ser un intelectual, un escritor no es algo de otro mundo. También hacemos lecturas y bailes. Son como las nuevas peñas, pero sin el conjunto de música andino”, dice Patricio.
Este año pretenden reformarla “en el fondo es expandir el conocimiento que está vedado. Porque hay historias que no te pasan. Como la historia del movimiento popular o en filosofía te pasan una visión súper clásica, como lo que te entregan en el colegio”, señala Basualto, licenciado en filosofía, agregando que lo importante es dar a las clases un enfoque propio.
Para Jacinto, la academia es un tremendo proyecto “tomando como ejemplo las historias de Manuel Rojas, que se dan en torno al movimiento anarquista, no de grandes pensadores sino que personas comunes y corrientes, en general autoeducados”.
Patricio se empapó de las palabras de su autor preferido: “Tengo el rollo que tenía él de andar a pata por Chile. Un tipo que se viene caminando de Argentina y que tiene ese cuento anarco de que no existen fronteras ni pasaportes y solidaridad con la humanidad. Eso me motiva a trabajar en esa línea”.
A los hijos de ladrón les cuesta 300 mil pesos el arriendo de la casa. Actualmente, subarriendan piezas a turistas, hacen fiestas, lecturas de poesía donde se venden cervezas, vino y algo de comida. Todo lo hacen ellos. “Si tenemos que construir un piso, si tenemos que poner un techo lo arreglamos nosotros. Porque leyendo a Manuel Rojas, te das cuenta que ser un intelectual, un escritor no es algo de otro mundo. También hacemos lecturas y bailes. Son como las nuevas peñas, pero sin el conjunto de música andino”, dice Patricio.

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