
Tomás Hirsch tira a la basura la Constitución
(18 septiembre 2005)
Acompañado por un centenar de familiares de ejecutados y desaparecidos políticos, Hirsch acusó a Lagos de mentir al pueblo chileno cuando afirma que está aprobando 'una nueva Carta Magna para el país' y que el periodo de transición a la democracia ya terminó. 'No hay una Constitución Política en Chile y quiero decirlo con toda claridad', enfatizó el dirigente humanista. 'El Presidente miente y le está mintiendo a su pueblo', insistió.
Recalcó que la Carta Fundamental sigue siendo la que impuso la dictadura en 1980 y que fue creada 'como un traje a la medida para Pinochet y los partidos de la extrema derecha que entonces lo apoyaban'.'Esa Carta no garantiza, como debe hacerlo un instrumento democrático, los derechos sociales fundamentales de la población, como la salud, el estudio, la jubilación, entre otros tantos', apuntó.
Recalcó que la Carta Fundamental sigue siendo la que impuso la dictadura en 1980 y que fue creada 'como un traje a la medida para Pinochet y los partidos de la extrema derecha que entonces lo apoyaban'.'Esa Carta no garantiza, como debe hacerlo un instrumento democrático, los derechos sociales fundamentales de la población, como la salud, el estudio, la jubilación, entre otros tantos', apuntó.
Hirsch valoró como positivos algunos de los cambios introducidos, pero insistió en la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente, con la participación de todos los sectores, que recoja sus planteamientos y sea aprobada luego por un plebiscito.
El sociólogo Felipe Portales, al respecto, ha afirmado que “significan la consolidación de la democracia tutelada heredada de la dictadura. Al mismo tiempo que terminan con la tutela militar –al derogar la inamovilidad de los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. y Carabineros y eliminar el actual Consejo de Seguridad Nacional- reafirman la tutela civil de la derecha sobre el sistema político, económico y social”.En efecto, agrega, “el mantenimiento del sistema electoral binominal y de los altos quórum requeridos para modificar la Constitución (2/3 ó 3/5 de los diputados y senadores en ejercicio) y las diecisiete leyes orgánicas constitucionales (4/7), se traducen en la conservación del poder de veto de la derecha minoritaria para cambiar cualquier elemento de la nueva forma de sociedad estructurada por la dictadura a lo largo de sus 17 años y, particularmente, durante la década de los 80”.
Un texto de Eduardo Aldunate señala que Lagos “dio por re oficializada la Constitución elaborada por la dictadura y que fuera remozada sin la participación del conjunto de las organizaciones del pueblo chileno y menos aprobada por éste”.Como ha sido habitual dentro de estos 15 años post dictadura –agrega el texto- muchos entes legales han sido aprobados sin la participación de los diferentes actores en juego o involucrados en decisiones que los afectan directamente, y que siguen manteniendo en la división a los chilenos, sin lograr alcanzar un reencuentro democrático normal.”La élite política chilena quiere hacer creer a los chilenos que el nuevo engendro constitucional es producto de un consenso democrático nacional, cuando precisamente se ha hecho todo lo contrario, o sea, una vez más a espaldas del pueblo chileno y sin que éste haya tenido participación alguna en su elaboración y menos en su aprobación, como suele ocurrir en cualquier democracia representativa real”.
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