Da risa (por lo menos) ver a la derecha chilena (y sus acólitos, como los "miedos" de comunicación, entre otros) irse en contra de la migración, cuando estuvieron, durante décadas, vendiendo -o tratando de vender- al mundo el discurso de "Chile es un país que crece", "Chile es un país con una economía sólida", "Chile es un país estable" o (el más ridículo, y que mencionó el rey de los ridículos días antes del estallido social) "Chile es un oasis"... Oigan, niñitxs de la derecha: normalmente muchas personas migran (y se los dice un migrante) tratando de buscar mejores oportunidades, o escapando de las situaciones paupérrimas de sus lugares de origen, precisamente a lugares en donde se asume que la economía es mejor (y, por ende, hay más posibilidades de empleos) y/o están las oportunidades que ellxs esperan, algo que, basta con leer para saber, ocurre en todas las latitudes...
Claro, a la derecha se le olvida fácilmente, tiene amnesia selectiva, que la globalización es no sólo económica (de los mercados y sus insumos), sino también cultural y social (por ende, humana)... Aunque esto pase con las derechas locales, amnésicas oportunistas (acostumbradas al discurso acomodaticio) para difundir el miedo, la "seguridad", el sacrosanto "orden"; Leviathan funciona bajo el prisma de la necesidad, del miedo al peligro del "caos", no ante una sociedad que tenga espíritu emancipador, carta de ciudadanía que entienda sus derechos, y los ejerza (Kant fue muy claro en esto en su "Contestación a la pregunta "qué es la Ilustración"). De ahí que vuelva sus ojos (no sería primera vez que lo haga) al miedo a lo "extraño" (que "extranjero" tiene la misma raíz, el mismo prefijo, etimológicamente hablando), y encarne en él la esencia de aquello que hay, para su discurso, que "combatir", y recurra (again) al discurso nacionalista (que no "patriotero"; José Martí escribió versos muy lucidos al respecto), chauvinista (hay varios que acuden, presurosos, por las medallas napoleónicas...), bajo la éjida del líder, del caudillo, represor, sin ningún miramiento por demanda social alguna y fascinado por cualquier tipo de represión. No es menor que todo esto esté muy hermanado con la táctica del gran capital internacional de dejar de lado la globalización, porque, ojo, esta también contiene a los derechos humanos (si no me cree, recuerde al inefable tirano chilensis, que rápidamente comprendió los alcances de dicha globalización cuando le juzgaron y detuvieron a fines de la centuria pasada en tierras de Sherlock Holmes...).
Pero, también ojo, que Thomas Hobbes retrató no sólo a su adorado Leviathan (en el famoso libro homónimo de 1751): en 1660 terminó de escribir (aunque recién publicado en 1682) sobre Behemoth, aquel arcano rival mítico y bíblico de Leviathan, a partir de la encarnación (para Hobbes) del "caos", del "no orden", de la revolución. La derecha no recuerda (¿ve cómo tiene amnesia selectiva, cuando le conviene?) que, cada vez que implanta la fase más rígida de Leviathan, Behemoth, la revolución, está a la vuelta de la esquina... ¿parece que ya estamos doblando hacia esa dirección?
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