Sí, es verdad: hay que dar vuelta la página.... Pero, todo
buen lector sabe que, antes de dar vuelta una página, hay que haberla leído
bien, comprendido y entender qué significa, recordarla para que ésta, con todas
las páginas anteriores, ayude a asimilar de la mejor forma las páginas
venideras.
Hay quienes han, en estos 44 años, pugnado por quemar las
páginas escritas a sangre y fuego el 11 de septiembre de 1973 (tal como lo
hicieron literalmente en esa época), así como todas las páginas que demuestran
la brutalidad de lo que se preparaba; lo mismo con aquellas que relatan la
obscuridad que le siguió. A veces, también apelan a sacarlas de cuajo, imponer
-como sea- la inefable amnesia....
Afortunadamente, también hay quienes han realizado la labor
del curador de libros, de verdaderos bibliotecarios, resanando las páginas
dañadas, restaurando la integridad del texto, ayudando a preservar nuestra
memoria, a través de la conservación de la verdad y la exigencia de justicia y
democracia, más allá de la majadera insistencia de todo el poder fáctico por
evitar tan noble labor.
Gracias a estos últimos (luchadores de entonces y aún), creo que algún día
lograremos leer, comprender y asimilar, en su total cabalidad, la inmensa tragedia
y ruptura que significó el golpe de Estado de un día como hoy en 1973 y la
subsecuente tiranía, y haremos la mejor lectura sacándonos el lastre que esta
dejó (empezando por tener una Constitución generada democráticamente y con
contenido adhoc). Sólo en ese entonces podremos dar vuelta a la página, a todas
aquellas lamentables páginas, y poder leer las siguientes, para hacer la mejor
lectura del Chile del
futuro...
Como merece el país, como merecemos todos...
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